19/6/08

¡CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO!


Toda frustración conduce a alguna forma de agresión o ira. Desde el bebé que llora por que su madre no satisface al momento sus necesidades, hasta el adulto que frustrado, arremete contra el árbitro porqué su equipo no ha ganado el partido del domingo. La vida esta llena de pequeñas o grandes frustraciones, lo positivo es encararlas con madurez y aprender de ellas, y pensar que hay acciones que no podemos controlar, y aceptar que el destino tiene sus razones, que nosotros pobres mortales no llegamos a entender . Existen, situaciones que no podemos modificar, pero a veces podemos obtener una pequeña satisfacción, como es el caso de Maria.
Maria siempre dejaba el coche en el mismo lugar, justo debajo de la iglesia, le quedaba al lado de su casa, llevaba haciéndolo años. Ese mal día encontró el sitio vacío y no dudo en aparcarlo como tenía costumbre.
A las cuatro horas volvió a coger su coche, pero este había desaparecido, se puso en lo peor, se lo habían robado.
En ese momento salía de la iglesia un funeral, alguien del sepelio comunicó a María que el cura párroco había llamado a la grúa para llevarse el coche, según el, estorbaba, María sin pensarlo dos veces se introdujo furibunda en la sacristía dónde se encontraba el párroco cambiándose de ropa, a la pregunta de Maria del porque de su actuación, el cura respondió que estaba harto que el sitio reservado para los servicios religiosos , siempre estuviera ocupado por algún turismo y que había decidido empezar a tomar medidas en ese mismo día, Maria le increpó con ira contenida y sin mayor miramiento a los hábitos del sorprendido cura al cual le remitió con sotana y todo a un lugar dónde hace un calor infernal, y al que los curas tienen pánico.
Pero a quien verdaderamente soltó la frustración que llevaba dentro, fue al taxista, que hizo la carrera hasta el depósito municipal, para recoger el coche. El hombre sin tener arte ni parte en la historia tuvo que aguantar el chaparrón de improperios que Maria desgranó sobre el Vaticano y muy especialmente del cura de su parroquia.

A la mañana siguiente María se levantó de buen humor, le fastidiaba los 70 Euros que le había costado la grúa, pero sonrió con satisfacción. Telefoneó al sacerdote para comunicarle su baja de la suscripción, para los arreglos del tejado de la Iglesia.

Su pequeña venganza estaba consumada.
Olvido

1 comentario:

Cani dijo...

Ja,Ja,Ja: me lo he vuelto a pasar "pipa" con el "cuentecito" de la grua.
Besitos y buen domingo